lunes, 6 de junio de 2016

SOMOS CONSCIENTES DE TODO LO QUE MEMORIZAMOS

¿Somos conscientes de todo lo que memorizamos?

¿Todo lo que memorizamos es resultado de un proceso consciente? En este artículo te lo contamos.

¿Somos conscientes de todo lo que memorizamos?
¿Qué sabemos acerca de la memoria? ¿Todo lo que memorizamos es resultado de un proceso consciente?, ¿Qué tipos de memoria se conocen? Veamos una breve explicación para comprender mejor estas cuestiones.

¿Qué es la memoria?

Desde una perspectiva neuropsicológica, la memoria podría definirse como la función cognitiva que nos permite almacenar contenido en nuestra mente después de haber llevado a cabo un proceso de codificación de la información. Cuando recordamos, estamos evocando contenido almacenado, es decir, todo aquello que hayamos memorizado. 
Pero la memoria no hace referencia al pasado únicamente ya que que también está relacionada con el presente y el futuro, pues gracias a ella sabemos quiénes somos o lo que vamos a hacer en base a lo que sabemos. Se podría decir que gracias a ella nos formamos una identidad.

¿Todos los procesos mnésicos son conscientes?

Muchas de las asociaciones, hechos, aprendizajes, etc. que almacenamos en nuestra memoria no son conscientes. La memoria es una capacidad de la que todavía se desconocen muchos aspectos. Por el momento, se consideran dos grandes tipos de memoria, la memoria declarativa (consciente) y la no declarativa (inconsciente), las cuales, a su vez, engloban diversos tipos de memoria.
La memoria declarativa o explícita, es todo aquel conocimiento que podemos traer a la mente y que podemos recordar de forma consciente y voluntaria. La memoria declarativa, a su vez, engloba muchos otros tipos de memorias, una de ellas es la memoria a corto plazo, la cual se encarga del recuerdo inmediato de algo que acabamos de percibir (por ejemplo, recordar un número de teléfono), el inconveniente es que, como habremos comprobado, se desvanece rápidamente y es muy sensible a la interferencia. Por otro lado, tenemos la memoria a largo plazo, involucrada en experiencias personales y sucesos específicos con una referencia temporo-espacial (memoria episódica o autobiográfica) y el conocimiento de cultura general de que disponemos (memoria semántica).
Este tipo de memoria consciente acostumbra a mostrarse deteriorada en procesos neurodegenerativos como las demencias, en los que la persona puede llegar a no recordar situaciones, sitios, objetos, personas, etc., que antes del deterioro recordaba a la perfección.
Sin embargo, la memoria no es únicamente un proceso del cual seamos conscientes sino que también existe un tipo de memoria inconsciente.

Memoria no-declarativa y memoria implícita

La memoria no-declarativa o memoria implícita, es aquella que se rige por unos mecanismos involuntarios y no conscientes de almacenamiento. La evocación se lleva a cabo a través de actos perceptivos-motores que requieren atención pero que no son directamente accesibles a la conciencia, es decir, el conocimiento sólo es accesible a través de la ejecución de un procedimiento en el que el conocimiento ha quedado impregnado, a diferencia de la memoria explícita, de la cual podemos declarar su contenido de forma consciente y voluntaria.

Memoria procedimental

Generalmente, la memorización y el aprendizaje a través de la memoria inconsciente es un proceso que se interioriza con la práctica y que requiere tiempo, a diferencia de la memoria declarativa, en la que el aprendizaje suele ser rápido y un único ensayo puede resultar suficiente. Veamos un ejemplo de ello, en concreto de la memoria procedimental; supongamos que queremos aprender a conducir un coche, cada vez que practiquemos coger el coche se reforzarán las conexiones entre neuronas de esa zona motora y se irán grabando estas habilidades de forma no consciente, lo mismo nos sucederá si una de las cosas que queremos aprender es a aparcar, nos daremos cuenta que con la práctica haremos esa misma acción pero de forma más rápida y hábil. Este tipo de memoria lo podemos encontrar en miles de hechos cotidianos, como por ejemplo hacer una tortilla de patatas, bailar samba, o simplemente con el hecho de escribir en el teléfono móvil.
Otro tipo de memoria implícita muy interesante es el conocido condicionamiento clásico, pues es frecuente hacer asociaciones y aprendizajes inconscientes, como por ejemplo, asociar un olor a una persona o un sonido a un recuerdo, hecho que provocará emociones positivas o negativas al recordar involuntariamente dicha experiencia.
Resulta sorprendente el ver que personas que han padecido amnesia (pérdida parcial o total de la memoria) mantienen preservada su memoria implícita. Este hecho es debido a que la memoria implícita queda almacenada en distintas estructuras a las que utiliza la memoria declarativa, la cual está regida principalmente por el hipocampo.
Por el momento, y a modo de conclusión, se puede pensar en la existencia de una gran variedad de memorias, de tipo consciente e inconsciente, y que muchas de las cosas que recordamos, como por ejemplo las memorias más remotas, no tienen un único almacén sino que, una vez consolidadas, se reparten por la corteza cerebral dependiendo el grado de consolidación y el tipo de información procesada.

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